La velocidad de Griezmann fue un problema imposible de
resolver para el Rayo, que perdió en el Vicente Calderón (3-1) víctima de sus
errores y del buen partido del francés, cada vez más enchufado y más en la
línea de lo que quiere Simeone de él. Marcó los dos primeros goles, en los que
estuvo listo, rápido y eficaz, sacó ante la ausencia de Koke el córner en el
que llegó el tercero y dio toda clase de problemas a la defensa del Rayo, que
no supo frenarle. El equipo de Jémez, fiel a su estilo, puso algo de picante al
partido con el gol de Trashorras, pero sucumbió ante el gran arranque del
Atlético en la segunda mitad, que dejó liquidado el duelo con el tercer gol.
El Atlético tenía claro el camino a seguir. Sabía Simeone
que el Rayo toma riesgos en la salida del balón, y quiso forzarlos con una
presión alta. El equipo de Jémez comete errores que a veces le cuesta partidos.
No le importa porque a la larga esa forma de jugar le da más que le quita, pero
cuando enfrente hay rivales de la talla del Atlético, los fallos suelen ser
letales, irreparables. Antes del gol de Griezmann, Morcillo ya había regalado
un balón que estuvo a punto de aprovechar Arda. El pase de la muerte del turco
lo cortó Baena. Pero al Rayo el aviso le dio igual. Siguió por el mismo camino y
en una de esas Zé Castro, siendo el último hombre, arriesgó en un pase.
Griezmann cortó el balón y se lanzó como una flecha hacia Toño, velocísimo.
Definió con tranquilidad.
Diez minutos después, Mandzukic prolongó un balón largo con
la cabeza y ese simple toque sirvió para citar de nuevo a Griezmann con Toño,
porque la defensa del Rayo tiró muy mal el fuera de juego. De nuevo la carrera,
la conducción y la definición, con la puntera, fueron perfectas. En dos
detalles, el Atlético encarriló el partido. Pocos equipos los cuida como el
Atlético. El Rayo continuó a lo suyo, porque también en lo suyo es un equipo
convencido hasta el tuétano de lo que tiene que hacer. Atlético y Rayo son
polos opuestos en la forma de entender el fútbol, pero muy similares en el convencimiento
y en lo claras que tienen las ideas.
El Rayo encontró la forma de meterse en el partido a base de
insistir. Kakuta, que dio trabajo a Juanfran, percutió por la izquierda y
encontró en la frontal a Trashorras. Por ahí no andaba ninguno de los tres
mediocentros que había puesto de inicio Simeone, por lo que fue Miranda quien
salió a tapar el disparo. Cuando quiso hacerlo, Trashorras ya había sacado el
periscopio y la había puesto en el rincón, como si fuera lo más sencillo del
mundo. El Atlético, que pensaba que tenía todo hecho, lo pasó mal hasta el
descanso, con el Rayo ambicioso y en busca del empate. El balón merodeó el área
de Moyá, donde Giménez y Miranda cumplieron en su primer partido juntos.
El Atlético tomó nota de lo sucedido en la recta final del
primer tiempo y salió en el segundo como un trueno, dispuesto a liquidar el
asunto. Griezmann se desató y comenzó a mostrar todo tipo de recursos. Si había
que recibir y descargar el juego, lo hacía, si se precisaba jugar al espacio,
ganaba la espalda a la defensa del Rayo, y si había que asustar a Toño, lo
hacía. Un disparo suyo cuando todo el estadio esperaba el centro obligó al meta
del Rayo a hacer una buena parada. Apretaba el Atlético muy arriba y apenas
salía el Rayo, agobiado. El asedio dio como fruto el tercer gol. Fue en un
saque de esquina botado por Griezmann. Acudieron Giménez y Manucho a por el
balón y fue el jugador del Rayo quien se lo marcó en su portería.
No tiró la toalla el equipo de Jémez, que dio la cara. Tuvo
una muy buena ocasión de Bueno tras un pase sensacional de Trashorras, que un
rato antes también había dejado a Manucho en buena posición ante Moyá con otro
gran envío. El Atlético dio un paso atrás y ya sin Arda y con Torres y Raúl
García, vio los dos últimos coletazos del recital de Griezmann, que fueron
quizá los mejores. Arrancó en dos contras desde el centro del campo, en la
primera rompió a Abdoulaye y estrelló el zurdazo en el palo, y en la segunda se
la cedió a Torres tras marcharse de Baena. El Niño, en lugar de devolvérsela,
se hizo un lío y Toño le sacó el intento de remate. Griezmann dejó sensación de
jugadorazo y de que va a más. Es el futbolista por el que el Atlético pagó 30
millones de euros en verano.
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